“No está mal sentir un poco de frío en invierno porque activa la grasa parda”, aseguró Nicolás López Asís, del servicio de Alimentación y Dietoterapia del hospital Padilla, en referencia a una grasa de color rojizo alojada en la zona media del cuerpo y que tiene la capacidad de oxidar glucosa y lípidos para convertirlos en calor.

“La grasa parda se forma durante el desarrollo de la infancia, está ubicada en la zona central del cuerpo y tiene efectos beneficiosos para el organismo. Y justamente se llama ‘parda´ porque tiene un color rojizo, a diferencia de la grasa blanca. Ambas son necesarias y tienen su función, pero la grasa parda tiene una organela que se llama mitocondria, que ayuda a oxidar las grasas y mantener la temperatura corporal. Entonces se trata de una grasa totalmente benéfica”, dijo López Asís.

Diferencias

•  La grasa blanca supone el 20-25% del peso del cuerpo y es un reservorio de energía. Se acumula principalmente a nivel de la pared abdominal en los hombres y en la zona de las caderas y los glúteos en las mujeres.

•  La grasa parda tiene como función principal la termorregulación, es decir, generar calor en respuesta al frío exterior. Se localiza sobre todo alrededor de las arterias renales, del mediastino, de las arterias carótidas, del tiroides y en la zona axilar.

El especialista explicó, además, que es justamente en invierno cuando estimulamos la grasa parda al sentir frío, porque el cuerpo naturalmente tiende a regularla, y es cuando se pone en actividad esta grasa específica en el organismo.  Según los últimos estudios científicos al respecto, la actividad física aeróbica intermitente también puede activarla, pero no sucede lo mismo con una dieta. También puede resultar una posible herramienta para combatir grasas nocivas para el organismo.